martes, 30 de noviembre de 2010

El telegrama

Esta historia ocurrió en los tiempos en que el correo electrónico ni siquiera había sido pensado, mail era una palabra que solo algunos pronunciaban en su país de origen, el teléfono era un artefacto difícil de conseguir y mucho mas difícil de hacer funcionar y las distancias seguían siendo las mismas que ahora, pero parecían mucho mas largas y se tardaba días, meses y semanas en recorrer lo que ahora podemos recorrer en horas.-


En esos tiempos que para muchos parecerán infinitamente lejanos y para otros no es mas que ayer, quienes estaban muy lejos unos de otros utilizaban un medio de comunicación hoy casi desconocido: el Telegrama.

En los telegramas se enviaban mensajes cortos, porque se pagaba por la cantidad de palabras y espacios que contuvieran.

Si alguien necesitaba decir a otra persona que necesitaba, por ejemplo, un vehículo para la semana próxima, en lugar de decir: “Por favor envíame el auto sin falta para la semana próxima”, escribía: “Urgente auto semana próxima” y así se ahorraba siete letras y sus correspondientes espacios.

Es decir, no se ahorraba las letras ni los espacios, sino el costo de ellas en el telegrama.

Se llenaba un formulario, se entregaba al telegrafista y este, telégrafo mediante (otra cosa que me parece ya no se usa) enviaba el mensaje al destinatario que lo recibía en cuestión de horas.

He aquí, que nuestro personaje, un individuo por demás ahorrativo cuyo nombre no vamos a publicar por razones de decoro, decidió mudarse a una ciudad lejana del sur de nuestro país.

Por esas viejas épocas el viaje se hacía en tren desde Buenos Aires a San Antonio Oeste tardándose unos dos días y desde allí en viejos colectivos con asientos de madera hasta su destino en otros dos o tres días, dependiendo de la época del año y el estado de los caminos.

Cinco días más o menos para llegar donde hoy se llega en dos horas.

Pasado ese tiempo y con la espalda dolorida y otras partes también, nuestro amigo llegó a ese campamento de trabajadores que prometía llevarlo a la fortuna.

Su contrato de trabajo incluía una habitación con una cama y un ropero, dos sillas y una mesita, todo dentro de una fila de largas habitaciones iguales que tenían en común, a más del paisaje y el viento, dos baños públicos.-

Todos los habitantes del campamento eran hombres, con lo cual la limpieza y pulcritud de los baños no era algo para mostrar como ejemplo, y nuestro personaje, era un individuo muy quisquilloso en este tema…. Él odiaba bañarse bajo un caño que tiraba la más de las veces agua fría, lo cual ya era un problema, pero mayor problema significaba para él tener que bañarse a la vista de todo el mundo.

Por otro lado, este buen señor, como todo hombre de ciudad de ésa época, estaba acostumbrado a los baños de inmersión.

Si, esos baños que no son muy higiénicos que digamos pero que le permiten a uno estar metido en el agua hasta la coronilla, y un poco mas si lo desea, por todo el tiempo que quiera mientras la temperatura del agua resulte agradable al cuerpo.

No. No sabemos si nuestro personaje tomaba los baños de inmersión solo o acompañado en su ciudad de origen. Solo sabemos que los tomaba y que disfrutaba de ellos.

Después de un tiempo y cansado de sus limitaciones ablutorias, el ahorrativo, por no tildar de tacaño, ser, objeto de nuestro relato, decidió enviar un telegrama a su familia para que le enviaran un artefacto donde poder realizar sus ansiados baños de inmersión.

De inmediato se le planteó un problema, no quería gastar mucho dinero, es mas, deseaba gastar lo mínimo en tal pedido, para ello se puso a pensar, y a escribir, cual sería el texto a enviar.

“Deseo darme baños de inmersión y no tengo como, por favor envíenme una bañera”

Fue lo primero que se le ocurrió, calculo… veintiocho palabras-espacios, multiplicó por el precio de cada palabra-espacio y le pareció muy caro. Decidió abreviar.

“Para baños inmersión, enviar bañera”

Diez, palabras-espacios, multiplicó por el precio… y si bien se había reducido mucho, tampoco estaba dispuesto a pagar ese valor.

Tenía que ser más breve.

“Necesito bañera. Enviar” fue la siguiente opción, seis palabras-espacios. Vaya!!! Había mejorado sensiblemente… pero aún le parecía un dispendio de dinero invertir ese costo para darse un gusto.

Así estuvo varios días, pensando y repensando textos, calculando costos y gastando infinidad de hojas tratando de lograr un texto para poder mandar un telegrama de la manera mas económica.

Por fin, un amanecer en que se encontraba desvelado tratando de hallar una solución a su planteo, se le ocurrió la palabra justa.

Esperó a que abriera el correo, y en el mismo instante en que el telegrafista abría su ventanilla, le acercó el formulario con el texto escrito.

El hombre del correo lo miró asombrado, -Esto solo va a mandar? – preguntó mirando el formulario de telegrama.

- Si – contestó orgulloso y lacónico nuestro actor.

El empleado volvió a mirar el texto, hizo una mueca para su adentros y cobró la tarifa mínima por una sola palabra: “i”.-

Algún tiempo después, el aventurero trabajador que había migrado al sur para incrementar sus ahorros, feliz diariamente disfrutaba de sus baños de inmersión en una flamante tina.

Quien recibió el telegrama con una sola palabra, en realidad una sola letra, había interpretado correctamente el mensaje.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Latido

Esto, que tengo aquí es bronca

Metida en medio de mí pecho.

Pero late, como si fuera un corazón.




Ilustración: "Bronca" Roberto Gatti

sábado, 27 de noviembre de 2010

viernes, 26 de noviembre de 2010

Buscaba una palabra

Sin recordar la última imagen onírica
Buscando una palabra me despabilé.
Justo cuando irrumpía el sol,
Ese eterno infiel de este lado de la tierra,
Filtrándose entre la falda de la luna,
Para evaporar, lascivo, la humedad nocturna.
El agua matinal del baño, evocaba la vida
En cada uno de los poros de mi geografía,
Mientras mis dedos restregaban, con especial cuidado
La base de mi blanca cabellera, evitando,
Que de la mente escapar dejara
Mi continuo indagar sobre la palabra buscada.
Con especial aliño, cada prenda
Ajusté sobre este armazón llamado cuerpo,
A punto tal, que frente al espejo que me miraba
Deje mi corbata a medio acomodar.
No quería que la sangre su trajinar
Viera interrumpido, haciéndome olvidar
Que mi mente, buscaba una palabra.
Compartí el desayuno, café cargado,
Con quien desde el televisor me daba
El estado del clima y alguna otra pavada.
Como cada día, raudo y diligente
Tome mis llaves y al ascensor partí,
Sin olvidar que mi mente una palabra buscaba.
Metido en multitudes que sin pudor,
Ni alguna discreción de continuo me rozaban.
Deambulé en el tumulto, uno mas entre la plebe.
Evitando que las linduras veraniegas
De mujeres escotadas, distrajeran
El afán de mi mente, por buscar una palabra.
Como zángano perenne trabajé todo el día,
En mi continuo hacer nada.
Rondando en mi cabeza, dale que dale
La búsqueda de una palabra.
Resignado a no encontrarla,
Caída ya la tarde, final de la jornada,
Quite todo inútil revestimiento
De esta materia que llamo cuerpo.
Y feliz frente al mundo desnudo estaba
Cuando sobre mi dorso se apoyó la mano
Electrizando la dermis acalorada.
Apareciendo, sola, al instante la palabra:
“Tu”

Cerro aislado

Como si fuera
La única soledad
De una llanura extensa
Que hoy abarca
Una vida entera
Mi corazón se encuentra
Mas allá de toda ofensa.
Como si estuviera
En un páramo de abandono
Y de incomunicación
Visible en la distancia
Como aguerrido halcón
Que se huye del encono.
Como si pudiera
Piedra tras piedra aumentar
Esta pequeña elevación
Que hoy muestra su vigor
Entre toda muchedumbre
Tratando de ser solo
Un hombre en construcción.
Como si llegara.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Vaciedad dichosa

Dicen los que saben
Que en la vaciedad
Nada puede existir.
Y si esa nada está
Difícilmente pueda ser
Algo más que nada,
Mucho menos dichosa.
Pero los que saben
No saben o no pueden
Saber que saben
Que la nimiedad que dicen
La experiencia contradice,
Puesto que soy testigo
De su cara satisfecha
Por esa vacuidad
En que ambos logramos
Mutuos apogeos.
De todo ello colijo
Que si existe eso que
De algún modo llamamos
Vacuidad satisfecha
Aunque no lo digan
Los que dicen que saben
Nosotros logramos
De manera afectuosa
Cada vez que nos amamos
Esa vaciedad dichosa.





lunes, 22 de noviembre de 2010

Aros

En esta ilusión

Un aro,

Quiso ser más

Que Pendiente

No zarcillo adulón,

Ni de tu lóbulo

Colgante,

O de tu rostro

Simple adorno.

De tu corazón abridor
 
Él ser quería.


domingo, 21 de noviembre de 2010

Ruego helénico

Sin posibilidad alguna

De lograr como Ulises

Atravesar las aguas

Liado a alguna arboladura

Temo compartir con Neptuno

Del piélago las simas.

Pero como resistirme

Al verdemar que me llama

En silencioso canto

De callada Nereida.

Sin remeros que boguen

El batel de mi deseo

Ni timonel que guíe

La nao de mi anhelo

Temo encallar en el rechazo

De su silente boca

Y perder toda oportunidad

De verme reflejado

En el brillo de sus ojos glaucos.

Afrodita, diosa del deseo

Contempla mi ruego,

Que Eolo me arrime

A su deseado embarcadero.









sábado, 20 de noviembre de 2010

Aviso clasificado

Lo hizo…

Sin decirme nada,

Ocurrió de pronto

Por sorpresa.

Desperté un día

Y noté su ausencia.

Inútil fue buscarla

Por todos aquellos lugares

Donde solía encontrarla.

Se fue de mi vida

Y al descubrirlo

No podía creerlo,

Era imposible que me dejara,

No tenía motivos

Ni razones para hacerlo.

En vano esperé que regresara,

Y mi angustia cesara.

Luego, a los pocos días

Me invadió el rencor.

Bronca por su ausencia

Por haberme abandonado,

Por no reconocer

Que de ella dependía.

Llegue a odiarla,

Casi tanto

Como antes la amaba.

Al tiempo me resigné,

Tal vez, sea mejor,

A mis adentros me decía.

Podré vivir sin ella,

Será fácil reemplazarla,

Ya vendrá algo

Que ocupará su lugar.

Hoy los que saben

Me dicen que no me queda

Más que olvidarla

Que se borre de mi mente

Como si nunca

La hubiera tenido.

Tal vez, eso intente,

Pero mejor pruebo

Darle una última

Y final oportunidad.

Un aviso en el diario,

Para que sepa

Que aun la espero

Y si lo desea

Regresar intente:

“Te fuiste sin avisarme

Musa inspiradora

Regresa urgente”



Ilustración: Conrad Roset 





Consejo


Como gran consejo me decían

“mira la copa medio llena”

Y con desparpajo de ella bebían

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Te recuerdo

Todo el frío de un invierno.
Un inmenso terreno helado.
Yo mirando desde la mitad.
Tu cuerpo desnudo, apoyado
En el vano de la puerta.
Mi respiración era un hálito
Que dejaba brumas en la noche
Cuando me detuve a contemplarte.
Hacia, no más de un instante,
Temblaba el suelo de la casa
En el loco arrebato de pasión
Que impidió que nuestros cuerpos
Llegaran vestidos al colchón.
Y ahora estabas allí.
En la semipenumbra de la noche
Todo blanco tu blanco cuerpo
Resistiendo a pura piel amada
La gélida humedad nocturnal.
Mis ojos te miraban, llevándose
Tu sonrisa nacarada
Mientras mis manos heladas
Aun sentían de tu cutis el calor.
Sentí impulsos de arrebatarte,
De la soledad glacial en que estabas,
Pero vehemencia no tuvo
En ese instante mi corazón.
No se si después volvimos
A vernos como esa vez nos vimos.
Solo se que perdida esa oportunidad,
Siempre, así te recuerdo
Cuando me gana esta agria soledad.






martes, 16 de noviembre de 2010

Hombre en construcción

El embudo del tiempo

Disipó el momento

En que la obra inició.

Todo el lapso

Que tuvo que girar

Selene giró

Y allí estaba yo.

Principiando

Mi propia construcción.

Con torpeza innata monté

Los andamios primeros

Que flojamente

Entrechocaban

Unos con otros

Tratando de sostener

En un cuerpo que crecía


Un corazón que volaba.

Algo más firme el armazón

El cariño, hecho mujer,

Aquietó alas, Robó noches,

Hurgó destinos, Uniendo ladrillos


Que desarmaba la argamasa

De un joven urgido.

Aprendiendo y viviendo,

Tabicando heridas,

La obra entera fue creciendo

En lenta medida.

Ya sin armadura,

Las desnudas paredes

De toda mi piel

Cobijaron al hombre

Que he llegado a ser.

Pero como toda faena,

Lo mayor dificultad

Está en su terminación.

Detalles pequeños,

Que siempre se notan,

Requieren constante

Restauración.

En esto me encuentro,

Los días de todos los días

Tratando de completar

Un hombre en construcción.


Ultima ilustración: Hombre - Bernadita Castillo








Lento

Si el tiempo vuela
¿Porque este lento
Correr de las horas
Mientras tu no llegas?

Epitafio

Me detuve en este camino.

A vivir en ese jazmín.

Mi sudor expande su aroma

A la abeja, al viento y al sol.

Rojo

Cierro el libro que leo,

Y pienso en tu pelo,

O en aquella noche que fuiste mujer.

Que hice del libro que yo no cerré?





Tema

Quiero conversar, dije.


El árbol me miró con los ojos del agua.

El pájaro voló con las alas del viento.


Lloró el sol con lágrimas de la nube,


Caminaste callada. Me diste un beso,


Y después pedí silencio,


Para pensar en lo que me habían dicho.






Hora

Deben ser las tres,

(Comenzó a llover).

Tu cuerpo es fresco.

No tengo sueño, pero si calor.

Deben ser las tres.

                                                              Y nosotros solo dos.-





Noche

Negro.

Luna.

Lluvia.

Vos

Poema

Un poema de dos,

No es uno mas uno,

Ni uno y uno,

Ni uno sobre uno,

Sino solo yo y vos.


 

Mi mano

La miro, está transpirada.

Hoy cortó una flor,

Luego te acarició.

Tiene suerte mi mano.

Hoy te tocó.

cosas

Una tabla, una piedra,

La lluvia, un libro,

Una mosca, el sol,

Solo son cosas,

Cuando no estas.


Arrugas

Angosto y largos senderos

Por los que aprendo.

Calle

Por años he seguido
Esta calle que me lleva hasta ti.
Conociendo de ella
Cada baldosa, cada adoquín.
La he transitado,
A veces empinada, otras, las mas,
En suave bajada.

Buscándote, de mis cosas secretas
Siempre le he contado.
Tenía la ilusión, que algún día
Ella te las acercara.
Pero de un tiempo a esta parte
Me agota el buscarte
Por esta avenida que me lleva a ti.
Es como si sintiera
Que por algún tema pasado
Mi única arteria
Me has clausurado.









lunes, 15 de noviembre de 2010

Certero

Certero.


Asi percibo hoy mi espacio

Y el corazón sigue vivo.


Como mi ciudad gris.


Aplícate en mi vida, que


Se nos pasa tan rápido el tiempo.

Marino

Madrugador como ninguno,

Intrépido y solo,

Me internaba en el mar

De tus ojos de cielo.

Que no eran mar ni firmamento.

A veces, límpidos y claros

En ellos ver podía

Hasta el más íntimo de tus secretos.

Acaso eran grises, o

El color de la tierra tomaban.

Los he visto verdes

Y también que del azabache

Presto el color atrapaban.

Tus ojos cambiantes

Han sido mi guía

De torpe y quieto marino

Que por ellos,

Confiado, por todo tu cuerpo

Dejar se llevaba

Y allí, por fin me anclaba,

Sabiendo que él era

Mi único puerto

El que siempre, tanto anhelaba.

.







domingo, 14 de noviembre de 2010