Filosofando

No pienso perdurar una rara vez en la vida,

sino ser un lucero que recuerde al mar.

Navego en una lujuria de almendras y miel

con alumbramientos de morados cafetales,

en los que sobrevuelan palomas de letras.

Disfruto de ser el último bucanero del cosmos,

filosofando falazmente en la mesa del rincón.

Busco besos para entrar en la casi historia,

aunque certifico que ya no creo en el amor.

Soy aficionado a las mujeres por los brindis,

de la buena vida vivida me declaro culpable

y pronostico sumas y restas sin satisfacer.

Tanto queda por hacer y hacer que tanto quede.

Crónicas de nieve

La nada y yo nos frecuentamos

en breves encuentros de frialdad.

Ella se viste como noche de amor,

excitante con sus brisas en ofrenda.

Sucede en la playa de las almas,

frente a los acantilados del deseo.

Me atrapa junto al último cigarrillo,

en el desborde de mi propio río,

me sabe frágil de ajenos tiempos,

abismo de un viejo y lejano verano.

Me pondera con la ciega esperanza

de hacerme creer que no estoy solo.

Pero… a quien trata de engañar?

Si veo a mi fatiga de amores apócrifos

deshacerse en crónicas de nieve.

Pesadez

 

 Al final de las treinta revoluciones,

girando en el perspicacia de la rutina,

esa languidez milonguera de domingo.

Una exasperación sin título ni destino.

Como un tiempo de puertas cerradas.

De ausencias, con tu voz en el dintel

buscando un pretexto en la heladera.

Con incógnitas de corazón que gime.

Por impulso, esperar detrás del espejo

la intemperie de unos  ojos de lunes,

como amante que, sin saber qué hacer,

ardiente, vagabundea sobre sus huellas.

Baile de pesadez en la tarde dominguera,

un poco de cada cosa y de todo, nada.

Ilustración: "Oscura pesadez" - Adriana Do Santos

Asonancia

Un semitono bemol en gris,

acuerda florecer en la piel,

cautivando la asonancia

del roce etéreo que gana

el tacto, en la senda que logra

el resplandor de lo íntimo.

Acuerdo

En la última de mis batallas,

sin observar la respuesta,

tenaz, sembraré un sueño.

El Tano

En la frente, el gesto quebradizo.

El sombrero abatido en letargo.

Entre espirales, el humo bailotea

una pátina de miedo abstracto.

Cada palabra de espejos rotos

promete esa lluvia de aventuras

que albergan las viejas estaciones,

prisioneras en peculiar oscuridad.

Y allí, él y su locura  de cerveza,

con su perfil inmóvil de provocador

oscilando al borde de la cordura.

El abismo de haber sido presidiario

se refleja en el tatuaje fantasmal,

letrero en púrpura, como alcurnia

de un coraje tallado en cicatrices.

Espera reconocimiento “el Tano”,

que el orbe pase por su besamanos

en la inmoral hora de la siesta.

Solo el silencio de un día cualquiera,

escabulléndose, extingue la luz

en la vacía habitación del geriátrico.

Ofrenda

Vacío el mar y tu espalda,

una ofrenda que solitaria

sale a orear ausencias.

Un tenso latido desboca

las nubes en esta tarde

cual gaviotas de libertad.

La inclinación al pecado

se prodiga  donde tu estas.

Y ellos...

Yo, se sumar,

y ellos… ellos.

vivieron felices.

No hay viceversa.

Triviales celos

Mil veces han de jurarte,

que no son triviales celos,

que nocivos acometen

si quizás otros te miran.

Que no hay temor alguno

si algo así, acaso sucede.

Ha de ocurrir, posiblemente,

solo el diseño de temblores

de muy pésimos efectos,

deseos de hundir en flojo lugar,

de los ojos de esos otros,

  fuego, piedra y un puñal.

Experimentar mil pasiones,

piras de humareda blanca

en los que han de sucumbir,

mucha tercas obsesiones.

Hasta llegaran a prometer

no sentirse mal por el caso,

ni alcanzar a enloquecer

por ausencias de certezas.

Miente así el  amigo corazón

para no mostrarse desgarrado.

Ilustración: "Los Celos" - Edvard Munch

Destino singular

´

Quebrada la luna en el alba,

(caprichosa danza de amor)

abre un destierro de lágrimas

con tácito destino singular.

Vuelto a ti, en un espejo nocturno,

me comparto en tus secretos

y dormido, me libero en utopías.

Ilustración: "Anclando utopías" - Monica Ardaíz

Murmullos de porcelana

Me derrocho en culturas perdidas,

durmiendo con mejores aventuras.

Dando, a pie juntillas, fe de mentiras.

Buscando un puerto en el estanque,

como una luz que barre sombras

de escrúpulos en la hora del pudor.

Esclarecido alcohólico de libertad,

encaro el final de algún crepúsculo

con mitos de un lucero al atardecer.

Soy piel en el silencio de mis voces,

murmullo de porcelana noctámbula,

espejismo de lunares sin cosecha.

Pero nada me frena en el regreso

de todo lo agradable y lo distinto

cuando entro en lo profundo de ti.

Conversación

Hablamos de amor?

Te describo a ella

y un lugar tranquilo.

Seda

Tímida en tu totalidad,

te vuelves sensible

en la seda del beso.

Y así...

Recúbrete tan solo

con lágrimas de río,

y así, enamorame.

Migración

Aun si no te nombro,

emigras a presencia

en el óleo de la lluvia.

Ilustración: "Lluvia" - Tatiana Cañas

Deidad de hembra

Noctámbulo navegante de las nubes,

embárcate, sin un porqué, en la locura

que brinda el faro de un dios de arrabal,

dormido en el puerto tentador del pecado.

Cierra los ojos, para ver la ciudad fatal

que alberga, con el cielo en la mirada,

la caprichosa princesa fría que desvela

con su cáliz siempre ofrecido y favorable,

tus sedes embriagadas de frutas aciagas.

En ese lugar es donde quisieras tu estar,

lejos de la profana soledad del mar abierto.

Arropado en la erótica deidad de hembra,

cuyo corazón salvaje, finge esa inocencia

que posa sus labios donde más anhelas.

Una vez más vive ese viaje de erupción

que perdura solo, cuando feliz, lo intentas.

Altura de mujer

Con la fragilidad de un embeleso,

agobiado ladrón inusual del alarido,

quiero volar a un lugar afortunado,

de islas, que encierren envanecidas,

tentaciones ocultas en nubes en papel.

Palabras libres de tus ojos suaves,

historias cruzadas con algo perpetuo.

Inundar la hendidura de mis dedos

en la salina erosión de una luna negra.

Finalmente, en un trayecto inesperado,

ser, después de ahora, duende de sal,

vacío personaje vestido de piel y huesos

pintando, la simetría de nuestras vidas,

con  una historia  de colores primarios,

equivocación en fuga de tu altura de mujer.

Innovador de la paciencia

Te diré que, al presente, de viejo,

me anegan las añoranzas juveniles.

Una máquina llamada quimera

que custodiaba de mis sueños,

la sonrisa de esa vecina, a la que,

timorato de rechazos no dije nada.

Los pliegues del  amor en la pared,

las noche sin obligación ni finales,

adormecerse a su lado sin creerlo,

ver el alba en un campo desnudo,

el errabundo el círculo de amigos

y otras tantas pretéritas cuestiones.

Decidido a decir adiós a las nostalgias,

resuelto a ir de compras con las musas,

abandoné mis temores en la cama,

me he vestido con un último suspiro,

adornando de triángulos mi camisa,

y atrevido innovador de la paciencia

me puse a construir desde el alma,

sin nada, el futuro que me espera.

Forastero corazón

Ahora tú, a la par,

de un hombre solo,

un hombre desnudo,

una gota en la vida.

incompleto de ternura.

Y tú, a la par, presente,

desintegrando límites,

dando calma a lo menor,

¿Cómo engendras, frágil,

un forastero corazón,

sin que viertas un sollozo

al absurdo ostracismo

de un desolado hombre

que ya no piensa en ti?

Vigilia de la nada

En ocasiones, pienso en ti.

En esos abriles azulados,

poblados de desidia estival,

con balcones seducidos

por la caligrafía de colibríes,

libando verdades ocultas

de tilos vibrando en amarillo.

Emprendo un viaje sanador

por la estela que tu sonrisa,

enmascaró, solitaria, mi sombra.

Me envuelvo en ese momento

con lo compasivo de la lluvia,

guardándome de lo furtivo

que recluye la vigilia de la nada,

y entonces, te vivo entera.

Desconocidos soñadores

Guiando un silencio al viento,

trasládame sutil con tus alas

desconocida muchacha bella.

Fértiles, juntos y desnudos,

en celada asechanza nocturna,

hagamos de la simple vida

un juego de mariposas azules,

un vagabundeo por el campo,

con soles que abren pétalos

y huellas que acoplen ecos.

Goza un tango, dama de cristal

sobre el eclipse encumbrado

de los robadores del tiempo,

Que me trajinen tus encantos,

en tres destellos interminables,

a los océanos de lo perpetuo.

Y, junto al retoñado mazapán

que nos regala el almendro,

festejemos la curiosa realidad

de ser desconocidos soñadores.

Ilustración: "Pareja de soñadores" - Redi Perez