domingo, 8 de enero de 2017

El dosel de los sentidos



Se hunde derretido en su perfume,
el silencio de su palma abraza la herida
como un niño que juega con el viento.
Los dedos acarician el dosel de los sentidos  
y un éxtasis inexplicable le salpica la carne.
No teme mostrar la desnudez de  su blancura.
La seducción abre la puerta de su asombro,
se relaja en el negro sensual de sus cabellos
preguntándose sobre el color de la ausencia.
Sus umbrales están dispuestos para el asombro,
esclavizado de esa piel y esos ojos, se entrega
y florece su cuerpo temblando y herido
por esa extraña manera de dejarse llevar.


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